La Universidad Viterbo es bellísima. En el 2010 recibí una carta del programa de atletismo, preguntándo si quería una beca para ser parte del equipo, me interesó tanto que decidí venir, lejos de mi familia y mis amigos. En aquel momento mi especialidad era psicólogía, quería ayudar a personas que hayan pasado por traumas como yo.
Desde pequeño he estado fuera del estereotipo que llamamos “closet” Cuando llegué a Viterbo todos mis compañeros de equipo sabían quién era y me dieron un poco de apoyo. Como éramos atletas, tuvimos que mudarnos al campus antes que otros. Para mí era la primera vez fuera de mi círculo personal, viví en Marian 3rd. Cuando los demás estudiantes llegaron todo cambió. Me miraban de arriba a abajo. Mi presencia incomodaba a muchos estudiantes, empleados y otras personas. Sabía que hablaban de mí, pero nunca he sido de dar espectáculos. Me quedaba callado, pero cada día me sentía un poco más alejado de la universidad; reporté las burlas que estaba sufriendo, hablé con la psicologa porque el sólo hablar me ayudaba. Sentí que no podía hacer nada, me deprimí y pensé que nadie me quería en este lugar. Sentí muchas opresiones.
Entonces me enfoqué en tratar de estar en todos los rincones de Viterbo, participando y creando clubs como parte de mi vida universitaria: Cross Country, Residence Hall Association, FCA, SGA, Spanish Club (miembro),“Different Yet the Same” y “ The Fashion Club,” dos clubs que comencé durante los años 2010-2011. Esto me hizo darme a conocer y tener un poco más de respecto. Pero era poco a poco. En aquella época, en Viterbo no había clases acerca de las sexualidades. De lo que es ser diferente. Era muy complicado tratar de explicarle a otros estudiantes que habían crecido conociendo sólo una parte de la vida. El aspecto más importante en mi vida universitaria en Viterbo en el 2010 fue que a la universidad le faltaban estudiante diversos, había menos de 10 estudiante latinos o afroamericanos.
Una mañana – lo recuerdo como si fuera hoy- estaba yendo a una clase de español cuando un grupo de estudiantes tuvieron la osadía de gritarme en mi propia cara que yo era un m… en una escuela que no me aceptaba, que era ya tiempo de irme. Pude llegar a clase y Maribel Bird, que era mi profesora en ese curso, se conmocionó mucho y me preguntó qué me había pasado. Para ella no era justo, pero esas palabras de que me fuera de Viterbo se quedaron en mi mente. Esa misma noche comencé el proceso para transferirme de universidad.
Elegí Manhattanville, donde comencé en el otoño del 2011, está en las afueras de NYC y también fue fundada por monjas. Había mucha más diversidad. Lo que me encantó fue el estilo único de vestir que todos teníamos. Tuve muy pocos casos de acosos. No había hostigamiento ni muchas discriminaciones. En esta universidad también fui parte del equipo de Campo y Pista. En cinco semestres pude vivir lo que es la universidad. El momento de graduarme llegó y obtuve mi Licenciatura en Psicología.
Pasó mucho tiempo y durante una recogida de primavera encontré la nota de una profesora, diciéndome que me quedara otro año en Manhattanville y terminara una especialidad en español. En ese tiempo mi mente no estaba para más estudios. Después de una semana de ver ese papel decidí solicitar a otras universidades. La última fue Viterbo. Primero pensé que sería gracioso regresar y después, que tenía que seguir con mi vida y olvidarme de los malos momentos aquí. Me aceptaron en todas las universidades a las que solicté, pero decidí darle una segunda oportunidad a Viterbo.
Regresé en agosto del 2024 como un Senior en la especialidad de español. Había tomado muchas clases de este idioma en Manhattanville y ya casi tuve una doble especialidad. Habría podido continuar en una Maestría allí, pero no decidí tener dos títulos. Después que volví a Viterbo tuve que hacer un tour completo porque, aunque reconozco los edificios, no podía reconocer los cambios que hicieron. De lo mejores que encontré esta vez fue ver más estudiantes latinos de diferentes nacionalidades, más estudiantes abiertamente LGBTQ+. También la Oficina de Diversidad e Inclusión. Los clubs de español y el de LGBTQ+. Sin embargo, a Viterbo todavía le falta tener más estudiantes diversos. Debe invertir en la educación sobre orientaciones sexuales y tal vez en unos años más tener un Centro LGBTQ+.