En la provincia de Zamora en Castilla y León, España, hay un tesoro bien escondido. Durante la segunda semana de nuestro mes en España, todos los alumnos viajamos en autobús a la comarca de Sanabria, situada en el noroeste de la provincia de Zamora. Visitamos la capital, Puebla de Sanabria, una comunidad tranquila y hermosa.
Por las calles empedradas andaban jóvenes de vacaciones, dueños de unas tiendas en camino de trabajar, y gatitos locales buscando sombra. Al llegar, hacía frío, pero poco a poco volvió el sol, y cada edificio quedó pintado por la luz. En camino a un mirador, pasamos por casas pequeñas y balcones decorados con jardines de flores.
Visitamos primero el Castillo de la Puebla de Sanabria, una gran fortaleza con varias torres y escaleras inclinadas. Desde la parte superior, la torre más alta, se podía ver todo el campo como si fueras un rey del siglo XV. Bajo de las peñas que asomaron, había una escultura a tamaño real de Don Quijote, el personaje famoso de Miguel Cervantes.
Después de andar por el castillo, fuimos al Centro del lobo Ibérico. Gracias a un plan de conservación en Castilla y León, el Centro está disponible como un recurso de educación sobre los lobos ibéricos. A través de tours para el público, el Centro intenta disminuir el miedo a los lobos, que son animales en peligro de extinción en España y Portugal. Observamos a una familia de lobos interactuando con su cuidador, un hombre agradable que habló sobre los lobos en captividad. Describió las personalidades de los lobos mientras les dio su comida. Era increíble ver esos lobos en el centro, protegidos, pero libres. Como dijo el domador, “no eran mascotas ni animales en un zoológico, sino animales salvajes en un ambiente seguro”.
Por la tarde tuvimos otro encuentro con la naturaleza hermosa de Sanabria, el lago natural más grande de España. El Lago de Sanabria fue formado por un glaciar hace muchos años, y todavía permanece una maravilla natural. Cuando llegamos, pareció como si el lago no tuviera fin. En el horizonte se podían ver formaciones rocosas y árboles verdes. El agua era tan clara que pudimos ver las piedras en el fondo. En la orilla andamos por la arena y follaje. En definitiva, lucía como una pintura en algún museo famoso.
Si alguna vez de nuevo tengo ganas de perderme en la naturaleza, viajaré a Sanabria para experimentar el paisaje único.